EL AÑO QUE TERMINÓ EN PELIGRO - Por: José Carlos Rodríguez

2019-08-16 00:00:00

La firma y ulterior retractación de los acuerdos sobre Itaipú de las cancillerías paraguaya y brasileña, que perjudicaban al Paraguay, fueron la peor manera de festejar el primer cumpleaños de la administración de Mario Abdo Benítez.Nada feliz aniversario. Casi le costó el cargo. La acusación sigue en pie, aunque ya sin los votos necesarios para el juicio político al presidente. Pero vale la pena mirar todo el año, no solo este último episodio.

Casi todos los análisis coinciden en señalar algunas tareas urgentes que el Gobierno debehacer si quiere conducir al Paraguay desde la línea de base actual hacia la situación de los países desarrollados. Para llegar a la frontera posible del bienestar compartido, alcanzar la mejor calidad de vida posible en los tiempos actuales.

Las tareas se las puede simplificar en diez desafíos y ver,desde ahí, cuánto el Gobierno actual encaminó al país en la buena dirección. No se trata de pedirle que alcance ya la meta, un logro imposible en cinco años, pero sí de que se dirija hacia ella, con los medios existentes.

Los puntos evaluados serán:1. Crecimiento económico; 2. Disminuir la desigualdad y la pobreza; 3. Mejorar las instituciones de Estado; 4. Proteger los recursos naturales; 5. Mejorar las empresas ylos servicios públicos; 6. Reformar la tributación; 7. Desarrollar el capital humano del país; 8. Aumentar la infraestructura; 9. Prever las cíclicas emergencias. 10. Gobernabilidad.

Es difícil eludir estos deberes y más difícil negar su importancia. Otras cosas serían,quizás,discutibles. Corresponde, entonces,evaluar cuánto avanzó Mario Abdo Benítez en estas tareas.

1. Crecimiento económico con menor velocidad.

El Paraguay crece menos que los últimos años pasados y el costo del crecimiento económicoaumenta cada vez más. Como la expansión de la ganadería y de la agricultura empresarial destruye las selvas sin reponerlas,la superficie de bosques naturales que resta es cada día menor. No hay sostenibilidad. Además, el Paraguay crece menos de lo que necesitaría para alcanzar elpromedio de América Latinay mucho menos para acercarse a los países desarrollados. Mejoramos en relación con el pasado, no lo hacemos en relación con el futuro ni con las demás economías. Los precios de las materias primas bajaron. Y también se agotará el beneficio del descenso de la natalidad, del bono demográfico. Las ventajas llegan primero,luego vendrán los inconvenientes.

2. La desigualdad y la pobreza dejaron de mejorar.

Estas habían disminuido rotundamente cuandopasó la primera fiebre neoliberal que nos había conducido a esa epidemia de pobreza. La disminución de aquella pobreza fue una buena nueva. La mala noticia es que esa tendencia ya no prosigue, desde hace un poco más que un lustro. El Gini (medida de la desigualdad) dejó de bajar. Tampoco empeora. Eso es algo. Y, en los papeles, la protección social hoytiene una buena agenda. Pero todavía no mayores fondos.

3.Leve mejora de las instituciones de Estado.

Los nominados para la Corte Suprema de Justiciason profesionales debuena trayectoria. La sensación de impunidad para los dirigentes políticos, presuntos delincuentes, disminuyó. Pero tampoco hubo una limpieza.Y está por verse si la justicia prevalece sin excepciones en la administración de justicia. Esta esla formal promesa y la parte central delrelato presidencial.Las inercias y la mafia pueden contradecirlo.

4. La gestión de la tierra: un crimen ecológico.

La pérdida de 300 mil hectáreas de selva por año constituye un acto vandálico, con un costoestimado por el Banco Mundial enhasta un 4% del PIB. Sin mencionar la perdida irrecuperable de la diversidad genética.  Las fotos satelitales dan una sensación de velatorio. Ya se mató a toda la Selva Oriental. Se está por matar lo que queda de la Selva Occidental. Pocas veces tanta riqueza fue destruida por tan pocos. Los 30 mil paraguayos (y los 100 mil bolivianos) que murieron por esa tierra, así como los pueblos nativos que la cuidaron por milenios, merecerían un homenaje más digno que elecocidiodesaforado de sus sucesores. La gestión estatal de la tierra es cómplicede este inmenso crimen.

5.1Servicios públicosconchances medianas.

Sinpretender despolitizar odespartidizar la administración delEstado, que sería pedir mucho, sí se debe limitar el clientelismo y patrimonialismoen la gestión del Estado. Como este Gobierno prometió la vuelta de sutradición partidaria del poder, eso le será difícil evitar. El clientelismo de Estado perjudica a los servicios públicos. Los hace menos públicos.

5.2 Empresas públicas con difícil mejoría.

Gracias a Dios que existen, porque en manos de monopolios privados serían peores. (A pesar de que tanto lo sugieran los bancos multilaterales y los ChicagoBoys: ¡privatizarlas!). Pero, haciendo honor a la ANDE, que se sale del esquema para nuestro bien, la tentación del colonizar el Estado es demasiado grande para el tradicional partido del gobierno. Y estaadministración con nostalgia de la rancia tradición partidaria, difícilmente quiera hacer cambios para el bien de todos, dejando de lado el orekueté o nosotros comunitario.

6. Mejoras muy pequeñas en la ley tributaria.

La ley nueva encara los problemas, pero hace demasiadas concesiones a los lobbies empresariales que tienen capturada a nuestra democracia.  Ni hay un aumento suficiente de la presión tributaria, ni hay una progresividad necesaria.

Se espera un aumento de las contribucionesde 0,7% del PIB de nuestro país, que paga la mitad de lo que paga América Latina,un continente que paga poco y que es,por ello,el más desigual del planeta. Y, se espera un aumento muy pequeño de la progresividad, o sea,de la acción redistributiva del Estado. Esa ley avanza menos de lo necesario.

Realiza una victoria simbólica: los terratenientes son tratados como empresarios, ya no como encomenderos. Pero eso no lleva todavía a una equidad fiscal. Ni a recaudarlo necesario para el desarrollo.

7. No se mejoró el capital humano.

Mejorar el capital humanoequivale a mejor educación y mejor salud pública y primaria (acceso y excelencia). A los problemas de la educación se los sigue viendo desde afuera, como si fueran un tema técnico. No como unproblema de los operadores partidarios--líderes y punteros-- que no priorizan la educación de los niños/as, ni como un problema de los predicadores cuyaconfesionalidadno mejora la moral pública. La educación primaria y secundaria está empeorando, lo que supone un atentado al futuro. Ojalá mejore, pero no se ve que se estéfocalizando el problema. La salud es menos clientelista y tiene encargados conscientes. Pero es más cara. Si no hay más dinero, es difícil que mejore.

8. Desacelerado desarrollo de la infraestructura.

Fue la prioridad del gobierno anterior. Difícilmente se la desarrolle en mayor medida. Y menos hacíauna mayor justicia territorial: carreteras para los sojeros, OK; pero también deberían llegar a los campesinos. Además, los bonos soberanos tienen un techo que se está alcanzando, de manera que el financiamiento de las obras de infraestructura será un problema. Es posible que la inercia prosiga o se desacelere.

9. Emergencias de rutina: imprevistas.

Las emergencias vienen como el fin del añoylos años bisiestos. Pero mientras no lleguen, nadie se ocupa de las inundaciones y sequias. Se improvisan medidas de amortiguamiento. Vienen los refugiados, vienen los que perdieron sus cosechas, el Gobierno improvisa. No hay previsión sino precariedad. El Estado todavía no leyó la Biblia, sobre los años de vacas flacas seguidos por añosde vacas gordas: cambios climáticos que José le contó al Faraóninterpretando los sueños del estadista. No hay gestos del Gobierno sobre el tema.

10. Crisis de gobernabilidad.

ElGobiernocasi capotó.Había comenzado débil, con un liderazgo blando y poca voluntad. No salió ileso de las acusaciones de haber cedido en secreto intereses nacionales estratégicos del Paraguay, a Electrobras (Brasil). Hubo votos para deponerlo, de colorados cartistas y de toda la oposición, pero eso fue revertido. Las secuelasson difíciles de prever.

Entre los diez desafíos, donde no hay semáforos conluzamarilla, queson los más, hay semáforos con luzroja, que no son tantos, pero obstruyen avenidas cruciales. No se constataron semáforos con luzverde. Y, siendo que la gobernabilidadno es una parte más,sino la condición de existencia misma de este Gobierno, este último punto crítico eclipsa a los anteriores. El problema es qué puede hacer el Gobierno para recuperar la confianza ciudadana. Y que todo resulte bien en las investigaciones penales que todavía están en curso.



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