No puedo dar cama a tu abuelo que es tu víctima.

Fuente ADN ITAUGUÁ. La doctora Yolanda Ramos, jefa de la Unidad de Terapia Intensiva UTI del Hospital Nacional de Itauguá, lamentó la inconsciencia de los jóvenes que, sin ningún cuidado sanitario preventivo, participaron en una aglomeración en San Bernardino, el viernes último, durante un concierto de música. Apelando a su cuenta en Twitter, ensayó un resumen de cómo se resolvería internar en UTI a una persona con Covid-19 cuando llegue el aciago momento en que haya que decidir a quién dar posibilidad de sobrevivir al Sars-Cov-2: a una persona mayor de 60 años o a un joven. Es así: Dr./Dra. X: Dra., tengo 1 paciente, 75 años, covid+ SO2 (saturación de oxígeno): 70%’ Yo: Dr., estamos llenos, te aviso si surge algo.¿ Cuándo le aviso? Nunca. No le puedo dar cama a tu abuelo que es TU víctima porque vos, joven e irresponsable, también necesitas UTI. No sé si entienden… ¿vale la pena? No sé…, manifestó la profesional. La doctora Ramos también reiteró los sentimientos de impotencia que embargan a los trabajadores de blanco en la trinchera contra el covid. Confesó que lloran de tristeza por los pacientes fallecidos, además de por los “conocidos, colegas, compañeros” a quienes se los llevó el coronavirus, actualmente ,19 médicos y 19 enfermeras en nuestro país. Pero agregó que igualmente lloran, pero de felicidad, cuando vemos que nuestros pacientes vuelven con sus familias. La preocupación de esta referente del campo de batalla contra el covid tiene encima la negra amenaza de los registros. Hasta ayer, había 243 hospitalizados en UTI, un estresante récord. Desde el pasado 18 de enero, la cantidad de personas en cuidados intensivos pasó los 200 pacientes y aumentó hasta llegar a 250, algo nunca visto a nivel local. En lo que hace a los hospitalizados por covid, en general, las cifras de las tres primeras semanas de este mes de enero son también las más elevadas de la pandemia. Ya en el lúgubre terreno de los óbitos, desde la última semana de diciembre del año pasado, aumentan semanalmente los fallecidos. Y el triste corolario es que la mayoría de los fallecidos son personas de la tercera edad, de 60 años o más, personas que, se supone, no andan por las calles exponiéndose al contagio, sino que adquirirían el coronavirus de familiares jóvenes que sí abandonan el núcleo familiar, para trabajar o para divertirse.